Tarazona mudéjar

Tarazona es un enclave que, por su estructura urbana como por sus monumentos, constituye uno de los conjuntos mudéjares más destacados de Aragón y de la provincia de Zaragoza. Esta ciudad, declarada Conjunto Monumental en 1965, es la capital de la Comarca de Tarazona y el Moncayo, y está situada al pie del citado monte y a orillas del río Queiles.


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Durante la Edad Media, Tarazona y su comarca albergaron una importante población mudéjar. En Tarazona ocupaban el barrio de la morería, actualmente calle de San Juan, pero en otras poblaciones de su entorno, como Tórtoles, Torrellas, Novallas  y Trasmoz,  la comunidad mudéjar era mayoritaria o un porcentaje muy significativo de la población. Al igual que en el resto de Aragón, los mudéjares se dedicaban a las actividades agrícolas y artesanales (trabajo de la madera y la cerámica), y sobre todo a las labores de albañilería. Los alarifes o albañiles, además de levantar la mayoría de las casas privadas,  construyeron edificios religiosos de las tres confesiones vigentes: iglesias, sinagogas  y  sus propias mezquitas (Torrellas y Tórtoles).

Vista de Tarazona.


La singularidad del arte mudéjar turiasonense descansa en varias circunstancias. En primer lugar, Tarazona era cabeza de una comarca agreste, en la que no existían otras poblaciones habitadas por un número relevante de moradores cristianos por lo que no hubo grandes templos medievales exceptuando los de la propia Tarazona y el cercano Monasterio de Santa María de Veruela. En segundo lugar, la época de esplendor de la ciudad se concretó entre 1490 y 1565, cuando, todavía, se trabajaba con la estética mudéjar y con materiales de tradición islámica, como el ladrillo o el yeso, sobre planteamientos renacentistas. Esto significó que las reparaciones o reestructuraciones  que necesitaban los edificios señeros del momento se realizaran bajo esta estética y con estos materiales. 

El plano de la ciudad refleja el peculiar tramado de calles estrechas con quiebros, adarves o calles sin salida acompañados por  elementos arquitectónicos como las puertas con arcos de doble rosca del barrio del Cinto (antigua medina islámica) o por los cobertizos y voladizos de las casas, construidos por aproximación de hiladas. Todo ello conforma un conjunto urbano mudéjar de gran interés.

Puerta del Cinto. 


Como monumentos mudéjares destacan la catedral de Santa María de la Huerta, la iglesia de Santa María Magdalena, emplazada en el Cinto sobre la antigua mezquita islámica, San Miguel Arcángel, el convento de San Francisco de Asís, el convento de La Concepción de Nuestra Señora, además de las mezquitas de Tórtoles y la de Torrellas, convertidas en iglesias bajo la advocación de La Anunciación y San Martín de Tours respectivamente.

Convento de la Concepción.


Iglesia de San Miguel.


Los edificios más emblemáticos son la Catedral y la iglesia de Santa María Magdalena.

La Catedral se inició en el siglo XIII y su factura es gótica. Hacia 1362, tras los daños sufridos por la ocupación de la ciudad por Pedro I de Castilla durante la Guerra de los Pedros, se inició la reconstrucción de la sede en la época del obispo Pedro Pérez Calvillo. Desde fines del siglo XV hasta fines del XVI, todo el edificio gótico se revestirá de construcciones y restauraciones mudéjares que transformarán su aspecto exterior. La torre, la galería alta por encima de la nave mayor y el claustro se re-dibujarán en clave mudéjar por la mano del obispo Guillén Ramón de Moncada (1496-1522).

La torre mudéjar se alza por encima de la torre gótica hecha con sillares de piedra y con escalera  interna de caracol. Sobre este soporte se sobreelevó un cuerpo mudéjar, con un machón (o pilar) central cuadrado a cuyo alrededor se dispuso la escalera, cubierta con bovedillas de aproximación de hiladas, un sistema de tradición islámica. Todo ello se remató con un cuerpo de campanas de doble piso con dos y tres vanos por cada lado respectivamente. Más tarde, en 1588, estos vanos se cegaron para sumar un nuevo campanario de dos pisos (de dos y cuatro vanos), así como un remate octogonal, manteniendo el ladrillo como material pero construyendo con lenguaje clasicista. La torre mezcla tres épocas con tres estilos distintos sin que la unidad compositiva se desvirtúe.

    

El claustro es uno de los más peculiares y bellos de la Península. Tuvo que ser reconstruido  tras la Guerra de los Pedros (1356-1369) pero fue el obispo Guillén Ramón de Moncada el que otorgó el trabajo completo al maestro de obra  Alí Pex, moro vecino de Tórtoles.  Su reedificación empezó en 1501 y acabó sobre el 1522.

El claustro es una edificación cuyas considerables dimensiones contrastan con las del templo. Consta de siete tramos por panda o corredor que en su mayoría se cubren con bóvedas estrelladas que, en algunas ocasiones, lucen diseños más complejos. Los arcos sobre los que descansa la bóveda son todavía góticos y se apoyan en ménsulas decoradas con motivos vegetales y temas figurados de carácter religioso o burlesco.

Sin embargo el mayor interés de este espacio reside en la parte exterior del claustro. Ali Pex ideó una trama arquitectónica de ladrillo formada en cada galería por cinco arcadas ojivales separadas por contrafuertes ornamentados al estilo mudéjar y acabados en pináculos. En cada arcada, bajo la línea de impostas, se abren cinco ventanas de medio punto, la del centro más ancha y alta. La parte de la luneta suele estar horadada por un óculo franqueado por dos vanos rectangulares.

Este conjunto de vanos, ventanas y óculos, que tamizan y transforman la luz al interior, se tejen con celosías de yeso, semejantes a algunas manifestaciones del arte mogol del siglo XVI en la India,  donde la decoración formal gótica fluye con ritmo y disposición islámico-mudéjar.  

Las celosías nos devuelven a la idea básica de la estética islámica: la perdurabilidad de lo divino frente a la multiplicidad y transitoriedad de lo terrenal, representado aquí por los cambiantes juegos de luces y sombras generados por la luz al atravesar las celosías y posarse en las paredes y el suelo del claustro.

Celosías del claustro.


Otro de los elementos mudéjares significativos de la Catedral es el cimborrio. Se relaciona directamente con la historia y tradición de otros dos cimborrios fundamentales en el arte mudéjar zaragozano y aragonés: el de La Seo de Zaragoza y el de la catedral de Teruel. La existencia de estas tres catedrales de marcado carácter mudéjar en uno sólo de los focos hispano-mudéjares de la Península, es un hecho muy singular. En el resto de los lugares, sólo se destinaba a la construcción de las parroquias o de conventos de dominicos y franciscanos, mientras que para las catedrales o monumentos más emblemáticos se utilizaban los estilos occidentales (Románico, Gótico o Renacentista) para subrayar la prevalencia del mundo cristiano sobre el Islam.

Los tres cimborrios poseen estructuras de raigambre islámica cuyo origen se remonta al arte hispano-musulmán de época califal. También tienen en común la intervención del maestro Juan Lucas Botero el Viejo, que construyó el cimborrio de La Seo a partir de 1520, dio las trazas del de la de Teruel en 1537 e inició el de la catedral de Tarazona (1543-1545).

 

 


El cimborrio turiasonense se edificó sobre otro que amenazaba ruina en 1519. Esta edificación descansa sobre el crucero que forma la nave principal de la iglesia con la que la atraviesa desde la puerta principal a la entrada del claustro. Parte de un cuadrado casi perfecto lo que permite que su desarrollo vertical sea más armonioso. Para el volteo de la cúpula se pasa de esta planta cuadrada a una octogonal por parejas de arcos entrecruzados que forman una estrella de ocho puntas y dejan en el centro un octógono para superponer la linterna. El uso de una compleja red de de enlaces entre los arcos principales presta al interior un aspecto más gótico que mudéjar.

En el exterior el cimborrio queda definido por cuatro cuerpos decrecientes culminados por una linterna que da mayor esbeltez al conjunto. La decoración se basa en los pináculos, en los azulejos, de gran profusión, y escudos heráldicos de yeso ahora desaparecidos.

  

Torre de la iglesia de Santa Magdalena.


   Iglesia de Santa Magdalena.


Tarazona posee un número de parroquias también mudéjares entre las que se encuentra Santa María Magdalena, en un principio primitiva catedral románica de Tarazona, que ocupó el espacio de la antigua mezquita islámica. Muy afectada tras la Guerra de los dos Pedros, tuvo que ser reconstruida en los años 1409-1410. El edificio románico-gótico consta de tres naves, de altitud distinta, con cabecera de triple ábside, siendo el central de mayores dimensiones. En el interior, las cubiertas de las naves son techumbres mudéjares a dos aguas, soportadas por arcos diafragma apuntados, conformando uno de los ejemplos más característicos en Aragón de armadura de parhilera junto a la de Peñarroya de Tastavins. Sólo se conservan las de las naves laterales estando visible la de la nave lateral izquierda mientras que la derecha se encuentra enmascarada por una bóveda barroca. Es posible que la cubierta de la nave central también fuera mudéjar, de fábrica similar a la de la techumbre de la catedral de Teruel.

 

Techo de la nave lateral de Sta. Magdalena.


Facistol de la iglesia de Sta. María Magdalena.


La torre mudéjar levantada a los pies es de tres cuerpos de ladrillo elevados sobre un zócalo románico de piedra sillar, de planta cuadrada y estructura de alminar similar a la torre de la Catedral. El exterior del primer cuerpo, de considerable altura, solo presenta decoración en la parte superior con frisos de esquinillas, zig-zags y cruces de múltiples brazos formando rombos; el segundo cuerpo se articula a través de la combinación de vanos de arco apuntado y frisos decorativos; el tercer cuerpo presenta grandes arcos de medio punto doblados y elementos ornamentales como arcos de medio punto ciegos y frisos de recuadros.

Bóveda de lunetos con pervivencias mudéjares en el convento de Santa Ana.


En esta iglesia se encuentra un facistol o gran atril mudéjar para los cantorales del coro, hecho en madera de nogal y decorado con incrustaciones de hueso y maderas duras, realizado a fines del siglo XV o principios del XVI por un taller de carpintería mudéjar de Torrellas. Otros ejemplos de arte mueble mudéjar son las encuadernaciones de libros y los paneles decorados de las  puertas de un mueble de archivo del siglo XV en la catedral de Tarazona.

Alfarje mudéjar del Salón de Obispos del Palacio Episcopal.

Fotografía: © Fundación Tarazona Monumental,©   Cabildo de la Catedral de Tarazona, José Latova, Santiago Cabello, Archivo de la D.P.Z


DATOS BÁSICOS
Municipio: Tarazona 
TipologíaInmueble
SiglosXIV
EstilosArte gótico